El entierro del joven Grisóstomo en el Quijote

por M Victoria L.Almansa Pimentel

El joven Grisóstomo «de unos treinta años más o menos« (I, XIII, 115), de quien contamos, en una entrada anterior (http://wp.me/p7uZyn-Kh), de su vida y de su pena de amor, recordamos que era un hidalgo con fortuna, sabio de sus años en Salamanca, eso decían todos los del pueblo, de muchos y buenos amigos, con dotes en la composición de villancicos, en fin, un mozo deseante, del lado de la vida. Pues bien, sucumbe, pierde su identidad, quedando atrapado en su pasión no correspondida por Marcela.

La desesperanza y la desolación que tornan su deseo de vida por pensamientos de muerte, debido al rechazo de la pastora, es expresado espléndidamente por Begoña Souviron López: «Fracasa en su intento de conquistar a la pastora, (…) pierde la fe en sí, en el mundo, en Dios, en la gracia concedida por el Espíritu Santo, y (…) opta por el suicidio».

¡Suicidio! Exclamo con enorme sorpresa porque había creido, hasta ahora, que el pastor murió de amor, de pena de amores, y es que en la letra de la novela no se lee que el obstinado pastor se suicidara, no se dice en todo el relato de  la historia de Grisóstomo y Marcela, y es por eso que no se escucha.

Es entonces, por el supremo acto de su voluntad de quitarse la vida ¿que no fue sepultado en campo santo? Bien pudiera ser así, aunque también lo dejó escrito en su testamento, que quería ser enterrado al pie de la montaña «donde le declaró por primera vez su pensamiento, tan honesto como enamorado» (I, XIII, 115) a la pastora Marcela.

Y así fue «(…) el famoso entierro de Grisóstomo (…)» (I,XIII, 109), al  que acudieron «de este lugar a aquel» (I, XII, 108), porque era muy querido y conocido, y, por supuesto, Don Quijote aconsejado por Pedro, el cabrero que le contó la historia de Grisóstomo y Marcela. «(…) Don Quijote y los otros que con el venían (…) vieron cubierto de flores un cuerpo muerto, vestido como pastor, (…). Alrededor de él tenía (…) algunos libros y muchos papeles, abiertos y cerrados» (I, XIII, 115).

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Vivaldo, buen amigo del pastor, quiere rescatar algunos papeles que ya se consumían en la hoguera, y así se lo pide a Ambrosio,  el amigo más cercano de Grisóstomo «yo te lo suplico por mi cuenta,  que, dejando de abrasar esos papeles, me dejes llevar alguno de ellos» (I, XIII, 117).

Vivaldo arde en deseos de conocer el contenido de los papeles «abrió uno de ellos y vio que tenía por título Canción desesperada. El último escrito del desesperado dijo Ambrosio (…), leedlo señor, le pidió a Vivaldo, de modo que fuera oído (…)».(I, XIII, 117)

«Eso haré de muy buena gana, dijo Vivaldo, y como todos los presente tenían el mismo deseo, se le pusieron a la redonda, y él, leyendo en voz clara, vio que así decia» (I, XIII, 117), y da comienzo la lectura  de la Canción Desesperada, el poema que compone Grisóstomo antes de su muerte para mostrar su hondo dolor y su despecho contra Marcela.

Os espero en la siguiente entrada donde comenzaremos con un bello recitado del desesperado pastor.

 

 

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Bibliografía consultada para esta entrada:

. Fosalba, E, (2015) El episodio de Marcela y Grisóstomo en el contexto del Quijote. (Universidad de Gerona).

. Bautista Avalle-Arce, J, (1957) Nota: ideas barajadas por Américo Castro sobre el suicidio de Grisóstomo en La «Canción Desesperada». (Universidad de Ohio)
. Souviron , B, (1996), La Cancion Desesperada- Del Narcisismo a la Autoelegía. (Universidad de Belefeld)

. Trapiello, A, (2015) Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes.